Vehículos ciclistas


When the road ends

Jorge Sequeiros, director del BFFMX, y Brent Barbur
El mismo Brendt Barbur en la puerta de la sala nos despidió uno por uno mientras salíamos de la primera función del Bike Film Fest, como si quisiera cerciorarse que la selección de los cortometrajes recién vistos hubiera tenido un efecto en nosotros y no deja de asombrarme la pasión que este neoyorquino le pone a su creación a pesar de que ha pasado más de una década en que transformó la mala experiencia de haber sido tirado de la bici por un autobús, en algo tan positivo como este festival.

La sala en el Museo Tamayo estaba repleta a pesar que una buena amiga Adriana, de @lacebollamorada, expresaba su impresión de que veía poca gente al llegar (por cierto, ella hace la mejor cochinita pibil en la ciudad y aparte de su local en la Condesa acaba de abrir una sucursal en la Zona Rosa, así que no dejen de ir).

Este es apenas el segundo Bicycle Film Fest en México y la verdad al paso que le ha imprimido Jorge Sequeiros @BFFMX, su director, y el grupo que trabaja duro en traernos esta experiencia, cada vez tendrá más éxito. Nomás como primicia, este noviembre el festival se irá a Guadalajara, así que quienes estén por aquellos lares podrán disfrutar el mismo programa que los chilangos tuvimos oportunidad de disfrutar este fin de semana.


Tras la inauguración del JoyRide Artshow

La selección puede dar la impresión de ser caótica pero en realidad tiene una secuencia que va elevando el punto de atención hasta que al final te quedas con una sonrisa en la boca y no quieres dejar la sala. Así nos pasó con The Road from Karakol de Kyle Dempster, la historia de un viaje en bicicleta por el Kirguiztán que, con el pretexto de recorrer los viejos caminos soviéticos en esa ex república comunista, se extravia en una aventura que llena de humor reta límites personales.

O los momentos hilarantes que provoca The Ciclyst y esa adorable mujer capaz de reconocer su bicicleta en todos lados. Agrupados bajo el tema Cinematic shorts, este fue sólo el primero de los cuatro programas del festival, así que aún habrá mucho más en esta edición del festival.

There is always only one question:
When the road ends, will you keep pedalling?


PD. Les dejo unas fotos de la exposición que acompaña al festival y que puede visitarse en la galería Prophaeta, Alvaro Obregón 94, Roma Norte.









Afuera de la galería.

La bici de El Manubrio.


A mi perro no le gustan las bicis


Max es casi tan viejo como mis bicicletas, bueno, un poco más. Es un perro simpático aunque la edad lo ha vuelto algo quisquilloso. Sin embargo, conserva la fuerza de joven, salta aún con enjundia al saludar y es bastante conocido entre mis amigos y familiares.
     Max es pequeño y se escabulle por cualquier rincón, claro, no llega a ser del tamaño de un chihuahueño pero tampoco se acerca a la altura de un labrador, como me hubiera gustado.
     Llegó a la casa casi sin querer, como llegan la mayoría de los cachorros a sus hogares. Sí estábamos buscando un perro, incluso comparábamos razas y evaluábamos si nos alcanzaría para comprar el perro ideal. En ese proceso, un día la Nana Vicenta se apareció por la casa con un cachorrito en su vieja bolsa de mandado, esa de malla de plástico de colores que ahora adoptaron los hipsters con estampados de la Guadalupana y cosas así.
     Como era de esperar, bastó que mis hijos vieran ese cachorro para que se enamoraran de él. Fue amor a primera vista, de esos que en lo personal insisto en negar que existan. Ya no hubo forma de arrancárselos de los brazos y lo que siguió fue bautizarlo. Mi hijo mayor decidió nombrarlo Maximiliano y, como todas las familias gozan de un apellido, optó por endilgarle el Pegasus y así fue como “Max” se hizo de un lugar en nuestra casa.
     Max, por supuesto, es un perro cómodo. Es tan pequeño que el patio de la casa podría bastarle para llenar su necesidad de correr y husmear entre plantas, llantas de bicicleta y botes de basura. Su natural curiosidad e inquietud, sin embargo, hacen que al menor sonido de la puerta corra hacia ella y, en un descuido, se cuele a la calle hasta que un grito bien dado lo frena y lo obliga a regresar a su hogar con la cola entre las patas.
     Nunca aprendió a recoger y jugar con nosotros a la pelota. Si le da por ir hacia ella, jamás la regresa a su amo, en el mejor de los casos. Lo usual más bien es que tras observarnos lanzarla, tuerza el hocico hacia otro lado y nos mire con una estudiada indiferencia.
     Cuando cachorro solía destrozar el periódico y arruinar mi café de la mañana por el coraje de ver los esfuerzos editoriales de la noche anterior tan severamente juzgados, como quien diría que los diarios no sirven para bendita la cosa. Luego dejó de morderlo y hacerlo trizas, pero comenzó a orinarlo, cosa horrenda pues con tal mancha amarilla en medio de la foto de portada o, a veces, sobre la columna del director, pues las cosas empeoraron.
     A base de levantarme en cuanto pasaba el repartidor y soltarle algunas regañizas el perro comenzó a respetar mi periódico, faltaba más, pues que tu perro destroce el periódico que la noche anterior te esforzaste en editar es deprimente.
     Establecidos los límites, con Max comenzó una luna de miel y un matrimonio bien avenido, esto es, con sus momentos de alegrías, enojos, etcétera.
     Max, pues, sería el perro perfecto excepto porque no le gustan las bicicletas. Por más que trato de hacerle entender que ellas son una verdadera pasión para mí, él se queda tan asustado por esos gigantes de dos ruedas que avanzan con rapidez.
     Antes, además, también les ladraba a mis bicicletas. Con enojo, sorpresa y hasta algo de desesperación que se incrementaba si la bicicleta se movía, como si el rodar de las llantas fuera motivo suficiente para desquiciarlo.
     No obstante, ante la inutilidad de sus esfuerzos --pues nunca consiguió que abandonara mis artefactos preferidos—dejó de hacerlo y ahora sólo las observa receloso y con una precaución digna de otros objetivos.
     En realidad no debería extrañarme tanto su desapego, o más bien, su recelo ante las bicis pues en los pueblos bicicleteros es lo que se estila, que los perros les ladren a las bicicletas. Si un perro se respeta lo bastante frente al resto de la jauría del pueblo, tiene que ladrar con enjundia a los ciclistas que crucen frente a su hogar, además de perseguirlos unos cuantos metros, claro está,  faltaba más.
     Si sólo fuera esos ladridos que después intercambió por su recelo, no habría tanto problema. Pero eso, como podrán imaginar, no es todo.
     Un buen día comenzó a orinar sin piedad las llantas de la bici. Una mañana el perro elegía la llanta delantera para cebarse en ella y, al día siguiente, optaba por la trasera. Había ocasiones –bueno, en realidad debo decir hay, pues Max aún vive y no ha dejado de manchar mis neumáticos—en que dejaba un verdadero lago al pie de la bici. Con el paso del tiempo, a veces son sólo gotitas, como si le fallara la próstata, supongo, aunque quizá los perros no debieran sufrir lo que sus cóngeneres humanos.
     También eso sería mal que bien soportable. No cambiaría a mi perro por la bici ni viceversa. Ambos tienen que firmar un armisticio y darse la mano como amigos. Es un buen deseo, claro, imposible de cumplir.
     Lo que me parte de verdad es verlo huir de mí cuando llego en las noches a casa, al volver del trabajo. Si de por sí le teme a la bici, ignoro qué pensará al verla llegar de noche con senda lámpara frontal deslumbrando sus ojos sensibles, maltratados por la intermitencia de los leds, blancos adelante, rojos atrás, cual si se tratara de una nave espacial o cualquier figura inconcebible para él.
     Me gustaría verlo brincar de gusto, como hace cuando llego a pie, y no que me rehúya y corra a su rincón en busca de refugio y seguridad ante ese extraño caballo de acero, con llantas, luces y rayos en las ruedas, que transporta a su amo.
     Pero como no puedo resignarme a dejar mi bicicleta sólo porque al caprichoso de Max le resulte insoportable, opto por suavizar mi llegada apagando luces, quitándome el casco, desmontando la bici y procurando ser lo menos agresivo posible.
     Eso nos ha permitido alcanzar un acuerdo mínimo, quiero pensar, que nos hará vivir felices uno al lado del otro a pesar de las incomodidades, pero ¿qué no es así la vida? ¿o no? Llena de esas ambivalencias que nutren nuestros días, llena de paseos en bicicleta, por supuesto, pero también de ladridos.

De mi Schwin, por supuesto


 pero también de Max. 

La movilidad y sus congresos

Hace años que comenzamos la pelea por ciudades humanas, nadie hablaba de movilidad ni de transporte sustentable. Aun nosotros que comenzamos estas batallas, nos referíamos al tema como el derecho a la ciudad, a sus calles, al aire limpio. Pero poco a poco el término fue abriéndose paso, como un avance conceptual que integraba esas demandas desarticuladas.
Ahora, en contraste, tan se ha puesto en boga que por cualquier parte se habla de movilidad, incluso en Twitter hallé un meme que dice así: "¡Deja de hablar de movilidad sustentable con quien ya lo sabe, convence a tu mamá, es más difícil!" (@lanzalsa).
Parte de la responsabilidad de haber puesto el tema de la movilidad en la esfera pública recae en dos organizaciones que llevan más de una década dando la pelea por estos temas: el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo y el Centro de Transporte Sustentable. En este post, quiero hablar del segundo y, sobre todo, del congreso anual que organiza desde hace nueve años.
Para su Noveno Congreso Internacional de Transporte Sustentable que se llevó  a cabo esta semana en la Ciudad de México, el CTS Embarq me invitó a participar dentro del comité de selección de ponencias junto a un reducido grupo de expertos.
La primera sorpresa fue cuando recibí el archivo con más de un centenar de propuestas de participación provenientes de México, Estados Unidos y América Latina, sobre todo. Había que revisar los abstracts de cada una y proponer un formato de participación adecuado al tema y, si no cumplía con los requisitos, rechazarlos.
Ahí me enteré de la existencia de un formato de participación interesante llamado PechaKucha, donde cada presentador dispone de un máximo de 6 minutos con 40 segundos –es un aproximado por supuesto— para presentar veinte láminas de su power point durante 20 segundos cada una. Se trata de un formato que en casos como éste, busca dar espacio al mayor número de ponentes pero al mismo tiempo garantizando un nivel permanente de atención e interés en el público y así acabar con las presentaciones eternas e inacabables.
Fue algo complejo el trabajo, pero muy ilustrativo de por dónde vienen los temas de la movilidad y agradezco a Magolis Briones, Rodrigo Díaz y Salvador Herrera la oportunidad.

Con Peatonito en la entrada del IX Congreso Internacional de Transporte Sustentable.


Ya cuando esta semana me tocó asistir al Congreso y vi los resultados me sentí contento por el trabajo realizado, pero me gustaría más hablar de cómo me impactó, por ejemplo, la ponencia inaugural de Enrique Norten, el arquitecto mexicano quizá más conocido en el mundo y que vive a caballo entre Nueva York y la Condesa. En unos cuantos minutos nos habló del auge y decadencia de las ciudades y, sobre todo, de cómo algunas logran reinventarse mientras que otras no lo han logrado. Nueva York entre las primeras, Detroit y Nuevas Orleáns, de las últimas.
También destaco la oportunidad de escuchar a funcionarios públicos interesados en la movilidad y comprometidos con un cambio de visión hacia los temas por los que peleamos, como Dhyana Quintanar, directora general de Transporte de la ciudad de México, o como Coitxico, del Metrobús, o Iván de la Lanza, responsable de la Estrategia de Movilidad en Bicicleta.




Un Congreso así permite asomarse a trabajos interesantes, como el de Lucía Corral en Urbanería, o a los proyectos para Zacatecas, Guadalajara, Puebla, Colima y muchas ciudades más, por lo que resulta fácil imaginar con cuanto optimismo sale uno de ahí.

La bicicleta le interesa hasta al BID

De un tiempo para acá, la popularidad de la bicicleta ha llevado a que volteen a verla con seriedad desde todas partes de la sociedad y lo último con lo que me topé es que hasta al Banco Interamericano de Desarrollo está pendiente de lo que ocurre con el fomento de la bici en las ciudades.
Acá les dejo copia de un estudio que se dio a conocer en mayo pasado, con base en una encuesta que hizo un grupo de estudiantes de la American University School of International Service de Washington en 18 ciudades emergentes de América Latina (sí, sí está la ciudad de México entre ellas y también La Paz, Baja California).

El estudio se llama Biciudades: un estudio regional acerca del uso de la bicicleta como medio de transporte en América Latina y el Caribe, está basado en el Manual de Ciclociudades que hizo el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo  y aquí está el texto en PDF:


Pero esto no es lo único que está haciendo el BID en materia de impulso a las bicicletas. Hace poco lanzó la iniciativa de Biciudades y su club de BIDCiclistas, con la idea de visibilizar a quienes usan este medio de transporte.
Si les gusta, pueden seguirlos en Facebook: https://www.facebook.com/biciudades
y aquí un ejemplo de los videos que están subiendo.




La voz de la Tierra: SIERRA DE IRTA EN BICI

Hablan el mismo idioma pero leerlos o escucharlos suena ¡tan extraño! Su geografía, los acentos, los curiosos nombres de los pueblos, el uso de los tiempos verbales, uf, de repente, parecería como estar en otro planeta hablando con marcianos, pero al final, lo que nos hermana es la bicicleta y ese gusto, un tanto solitario, por montarla y recorrer kilómetros y kolómetros de caminos hace que nos acerquemos y disfrutemos de crónicas como estas..
Es un blog español que me topé esta noche y del que comparto dos entradas. Enjoy!


La voz de la Tierra: SIERRA DE IRTA EN BICI:  Pequeña alineación de baja montaña paralela al mar castellonense; Irta es un reducto que con la figura de Parque de Natural y Reser...

La voz de la Tierra:                                       CICLOTURISMO...:                                        CICLOTURISMO UNA MANERA DE VIAJAR                             Viajar en bicicleta es recuperar la n...

Utilidad o belleza

Cuando la elegancia no es la preocupación en materia de bicicletas, como en la vida, a veces lo que importa es el el valor de uso que le damos a las cosas.
Aquí no se trata de una luz de leds, no se mide su desempeño en lumens, como si habláramos de una sofisticada lámpara de Cateye, sino de la función esencial de una lámpara, iluminar, sea para que te vean o para ser visto.
Tampoco hablamos de una parrilla fancy con una caja de súper, sino de cumplir las necesidades esenciales, basta adaptar una pequeña caja de plástico rígido y voilá, nuestro velocípedo tendrá alas para volar con su carga a donde se requiera.
Así que a veces, la belleza se encuentra en lo simple ¿o no?

El otoño de la bici que parece primavera


Este domingo 22 en México y en el hemisferio norte terminó un verano difícil y arrancó el otoño que, a pesar de ser comúnmente sinónimo de envejecimiento, de ocaso, en este caso se trata de la mejor temporada del año para la promoción de la bicicleta y la movilidad.

Voy a ponerles un pequeño calendario de muestra para que se den una idea somera de todas las actividades que vienen  y que para mí dan pie a este otoño que parece primavera.

SEPTIEMBRE
22 Día Mundial sin auto
22-25 #BicifestMH Festibal de la bicicleta en Miguel Hidalgo
25 Noche de Museos, rodada
29 Ciclotón

OCTUBRE
24-27 Sexto Congreso Nacional de Ciclismo Urbano en Morelia, Michoacán
27 Ciclotón

NOVIEMBRE
6-10 Bicycle Film Festival

Además, hay muchas otras actividades que pueden consultarse en la agenda semanal que sube Cletofilia, por ejemplo, una de las más completas y en la innumerable cantidad de blogs y cuentas de twitter y FB que hay sobre el tema del ciclismo urbano.

Así, que a disfrutar de este otoño, porque la bici viene rodando recio.

Un compromiso periodístico con la movilidad

Por Héctor Zamarrón*
Ciudad de México, Septiembre 12, 2013
Ser periodista es una elección que equivale de inmediato a comprar boleto de primera fila para la historia.
Si algo tiene de bello esta profesión es esa posibilidad de permitirnos presenciar, como testigos privilegiados, los acontecimientos que otros leerán o escucharán de parte nuestra a través de los medios.
Pero como los privilegios no llegan nunca sin obligaciones, esa cercanía con la realidad también nos compromete a reportarla, a transmitir con fidelidad nuestras observaciones, a cuestionar la misma realidad que tenemos enfrente y, sobre todo, a contrastarla con lo que ocurre en otras partes del mundo, en otras ciudades.
Nuestra posición como periodistas ante la sociedad equivale a la de aquellos exploradores de la antigüedad quienes, al regreso de sus viajes por los confines más remotos de la Tierra, sacaban de sus alforjas objetos extraordinarios y por las noches, al calor del hogar o reunidos en torno a una fogata, relataban historias extraordinarias, casi increíbles a no ser porque podían acreditar cada una de ellas con sus recuerdos, anécdotas y con los viajes de otros más tarde a los mismos lugares.
Reportar la movilidad hoy en día y los fascinantes temas que a su alrededor se despliegan es un privilegio y un compromiso para nosotros los periodistas frente a ustedes: actores, investigadores, funcionarios, políticos, activistas.
En los medios tenemos que valorar doblemente la posibilidad de escribir sobre las tendencias y prácticas asociadas a este nuevo derecho humano que recuperamos, el derecho a la movilidad, gracias al estado tumefacto que adquiere el tráfico en nuestras ciudades.
Reportar la movilidad es también asomarnos a esa parte de la sociedad que es más sensible a la adopción temprana de cambios, donde observamos como primicia lo que más tarde puede volverse general.
Si antes era raro en la ciudad de México ver a un clasemediero en bicicleta, ahora no lo es tanto gracias a la promoción intensa que se ha hecho de ese medio de transporte en los últimos años, pero también a la lucha que individuos y organizaciones dieron para que esto fuera posible (Bicitekas e ITDP, entre ellos).
La presencia de la bicicleta en la ciudad casi despareció para los medios de comunicación porque los usuarios comunes –mensajeros, repartidores, obreros, comerciantes— permanecieron invisibles para quienes sólo tenían ojos para los automóviles.
Porque en estos tiempos en que la política y, sobre todo, la toma de decisiones en políticas públicas, pasan obligatoriamente por la discusión en medios, por la esfera pública de la que los medios son parte sustancial, si un tema se deja fuera es como si no existiera.
Por eso da gusto encontrar decenas de periodistas que a contracorriente hacen suyos los temas de la movilidad sustentable, que observan el uso de la bicicleta en los barrios más tradicionales, como Xochimilco y Tláhuac y redescubren realidades que habían quedado opacadas por la supremacía del automóvil.
Son estos periodistas, también, quienes visibilizan a una comunidad herida por la violencia que aqueja a todo el país, como es La Laguna, pero que en este caso usa las bicicletas y los paseos como una forma de contrarrestar ese miedo que anula la ciudadanía y las bicicletas, mariposas que son, se convierten en un desafío a quienes predican el credo de la muerte.
También es a través de las crónicas periodísticas como cobra dimensión la complejidad que implica deshacerse de ese obsoleto y caprichoso sistema de transporte que son los microbuses, populares hace años, en decadencia hoy en día.
Asomarse a los trabajos participantes es observar una incipiente generación de reporteros y cronistas que a diferencia de las tendencias dominantes, decidieron voltear a los temas de movilidad contando historias inspiradoras, reveladoras, críticas, que mueven a replicar lo aprendido.
Periodistas que al leerlos refuerzan mi convicción, cuando me preguntan si ha sido difícil mantenerse en estos temas, impulsarlos, pelearlos dentro de las redacciones, entrenando reporteros, sólo contesto, ha valido la pena, tanto como la invitación que nos hizo el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo para convertirnos en jurado de este premio.
Felicitaciones a los ganadores --Iván Ramírez, Dulce Ramos y Jesús Guevara, ganador y menciones--, así como un agradecimiento al resto de los integrantes del jurado: Onésimo Flores, Claudia Muzzi, Patricia Martínez y Verónica Ortiz, quienes otorgaron el premio tras revisar decenas de trabajos, basado en los criterios de la convocatoria; originalidad, manejo de fuentes, claridad, estilo y redacción, así como el impacto y aplicación local.

* Intervención en la entrega del Premio de Periodismo en Movilidad 2013 del ITPD

Del objeto al concepto


En el "parque de bolsillo" de avenida México, Coyoacán. Con ese nombre en el DF comenzaron a bautizar y remodelar pequeños espacios urbanos que pueden servir como remansos para los caminantes o, como en este caso, para quienes van en bici.

Confesiones de un manubrio

Esto es personal, absolutamente personal a pesar de que no estoy hablando de mí, sino de lo que le ha pasado a la ciudad que me rodea y en la que vivo, por eso es que esta ocasión el post va dedicado a platicar un poco sobre quién es el autor del manubrio, es decir, de quien hace años conduce este blog-bicicleta.

Hace un par de semanas recibí un correo de Zopi, la voz detrás del exitoso programa de Reactor 105.7 dedicado a la bicicleta: Bicitlán Radio, en donde me proponían una entrevista como parte de una serie que dedicaron a los periodistas que desde hace rato nos dedicamos a visibilizar el tema de la bici urbana. Sin pensarlo mucho acepté y unos días más tarde tenía frente a mí a un colega periodista-ciclista, sólo que esta vez la grabadora estaba de su lado.

Lo primero que hizo Zopi fue preguntar cómo definía a este blog y quién era yo. A partir de ahí, lo que siguió fue una rica charla en donde, guiado por las preguntas, fui obligándome a reflexionar sobre mi propia historia como promotor del ciclismo urbano en la ciudad de México y, al mismo tiempo, por mis años con la bicicleta, desde aquel romance infantil y juvenil hasta los años recientes en que incluso he dejado de llamarme "ciclista urbano" para ser sólo un ciudadano que utiliza la bici y reclama su derecho a transportarse en ella con condiciones de seguridad y equidad en nuestras calles.

Comencé este blog en 2008 después de intentar con unos amigos hacer una revista dedicada a esa nueva tendencia que veíamos asomar en la Ciudad de México. Tras descubrir que a ellos les interesaban más las bicis de montaña y las noticias corporativas, novedades técnicas y demás, decidí que lo mío era seguir en solitario por estos caminos pues a mí me interesaba más lo que ocurría en la ciudad alrededor de la bicicleta.

Para entonces llevaba casi una década metido en el tema de los ciclistas urbanos, publicando sobre lo que hacían grupos como Bicitekas, Bicimensajeros, Arriba’e la chancha y Los Furiosos ciclistas en Chile, el Critical Mass de San Francisco, Andando en Bici Carajo de Perú. Era difícil justificar para mis editores y directivos en la sección ciudad del Reforma que insistiera tanto en el tema pero a la larga demostré siempre tener motivos y razón suficiente para darle espacio a estas noticias.

A partir de entonces me convertí en testigo y a veces protagonista de los cambios que ha vivido la ciudad de México, en camino de ser una biclycle friendly city. Parte de esos cambios los resumí en un texto largo que pueden leer aquí: La bicicleta es lo de menos.

Por esos motivos, la entrevista con Zopi, cuya liga encuentran abajo, fue catalizadora de muchas ideas pero en vez de seguir con más rollos, les dejo el audio, en seguida. Enjoy!


Nota: Todo el programa vale la pena, pero si gustan saltarse directo a la entrevista escuchen a partir del minuto 27.


(La liga original del programa está rota. Fue en julio de 2013, trataré de buscar otra, pero mientras tanto, aquí se quedará esta nota)

PD. El título del post fue plagiado de uno de mis autores favoritos, Henrich Böll, súper recomendable.

Conflicto de identidad

Hay ciclistas urbanos que no toleran nada que tenga que ver con las motos, es más, las detestan. A otros no nos disgustan tanto y hasta llegamos a usarlas alguna vez porque también se disfruta ir sobre un caballo de acero con el viento en contra, con tu cuerpo controlando el equilibrio.
Sólo que hay quienes se quedan a medio camino, ni bici ni moto, en plena crisis de identidad. Ahí sí, ni para dónde hacerse, como este artefacto estacionado en la calle de Aguayo, en pleno centro de Coyoacán.


Los olores de la noche

Cuando vuelvo a casa tarde en la bici --y cuando digo tarde es cerca de la medianoche--, a veces me llega un repentino aroma que asalta mis sentidos de una forma increíble. Es decir ¿cómo es posible que en medio de la ciudad de repente puedas percibir el sutil perfume de los jazmines al cruzar junto al jardín de algún vecino? O que de repente te sorprenda descubrir en el aire el fresco olor a pan que emana de alguna panadería trabajando en las altas horas de la noche. En ocasiones puede ser la esencia de un "huele de noche", o los azahares de un limonar en flor por la llegada de la primavera. Un momento te llegar el olor de la carne al pastor asándose lentamente en el trompo de una taquería para desvelados o el de un recocido pozole rojo bueno para terminar una noche de borracheras. 


Así, mientras avanzo en medio del asfalto, me pongo a pensar en cuán poco utilizamos conscientemente ese otro de nuestros sentidos, el olfato. En cuán dependientes somos de la vista para disfrutar de la vida, para tomar decisiones, del pensamiento abstracto. 

Sé que a veces es terrible experimentar un aroma penetrante e inescapable, como los humos del escape de un camión que aprovecha la oscuridad para soltar no sólo su pestilente estela de hollín, aceite y gasolina, sino además el escandaloso ruido de su escape estremeciendo la noche. 

No siempre son olores agradables, cierto, pero justo el contraste hace que apreciemos lo bello. La experiencia del placer es un espejo del dolor, como el gusto se hermana con su opuesto y así, a la vida le sigue la muerte y un largo etcétera, etcétera en un rollo filosófico que no me toca discutir aquí. 

Hay para quienes el olor a leña o a tierra mojada les evoca añoranzas, nostalgias. A otros, es el mar con su perfume de mujer-sirena que les atiza los sentidos, pero no quiero perderme en una espiral sin fin de aromas, prefiero regresar al comienzo, a esos olores que me llegan en la bici como otra forma de percibir, de exaltar los sentidos. Una manera diferente de conectarse con el mundo, a través de los olores, tal y como hace el sommelier, el catador de café o esas esposas que para determinar si la ropa está sucia se la llevan a la nariz. 

Así que avanzo, lentamente, entre azahares que me confirman que estamos en medio de la primavera y entonces sólo dejo que el mundo penetre mi cuerpo por la nariz, con esos olores nocturnos que me llevan a querer más la bici, por permitirme esa experiencia.

De León a la Cámara de Diputados en Bicicleta. Rosa Elba Pérez

Rosa Elba Pérez no es la primera política en subirse a la bicicleta y al paso que vamos no tardarán en sumársele otros. Desconozco su actividad política antes de este post, sólo sé que pertenece al Partido Verde y que acaba de anunciar su decisión de trasladarse de su casa en la colonia del Valle hacia la Cámara de Diputados, en San Lázaro, a bordo de la bicicleta eléctrica con la que aparece en la foto de ADN Político.


Foto: ADN Político/ Imelda García
Elba vive en la capital desde el año pasado que compitió y ganó su curul de mayoría en León, Guanajuato, donde lleva cinco años impulsando políticas en favor de la movilidad, según asegura, y de protección de áreas verdes. Después de todo, esa ciudad es una meca en el ciclismo urbano desde hace años, además de que Elba estudió en Georgetown, Washington, donde también ha cobrado auge el uso de la bicicleta urbana.

 Y tal parece que sí busca convertirse en la "bicidiputada", pues ofrece promover iniciativas en la Cámara de Diputados en favor de infraestructura ciclista. Habrá que ver si cumple. Mientras tanto, por si quieren seguir su cuenta de twitter es @rosaelba3 y aunque no es muy activa. ahí podrán enterarse de cómo en septiembre pasado promovió crear una Comisión Especial de Movilidad Sustentable (aún no sé si pasó, ya le preguntaremos). Además, cuenta con una página web, bueno, ahora quién no ¿verdad? Y menos aún si se es diputado federal.

Por ahora, quizá puedan sugerirle otra ruta para llegar a San Lázaro que no sea Universidad y la lateral de Viaducto, como planea hacer, según cuenta la nota de ADN que cito más arriba. Se me ocurre que puede ser mucho mejor bajar hasta Fray Servando y aprovechar la nueva ciclopista, o tomar el Eje 2 Sur (Taller) hasta la Viga, en fin, ustedes saben mejor.

La "bicidiputada". Foto: PVEM

Monterrey, Pueblo Bicicletero y la bici en un documental

Ver "Primer corte del documental No Motorizado [Un-Engined]" en YouTube

"Les compartimos el primer corte del documental producido por estudiantes de la Facultad de Artes Visuales de la UANL sobre el ciclismo urbano y el trabajo de Pueblo Bicicletero en el Área Metropolitana de Monterrey. Es un primer avance del proyecto que aún se encuentra en producción.

La sinopsis:

"En una ciudad tan contaminada y peligrosa como Monterrey un grupo de personas nos muestra una manera de solucionar los problemas ecológicos y sociales que azotan a su comunidad por medio del uso de la bicicleta y la conciencia ciudadana".